
ARNOLDO CORRALES, SEMBLANZA DE UN QUIJOTE DE LA RADIODIFUSION
Hoy les comparto retazos de vida del decano locutor, único en el pais y en America Latina que aun se mantiene activo. (Primera de tres partes).
El proximo mes de julio, Arnoldo Corrales Bazua cumplirá 63 años como locutor activo. Arnoldo nació un miércoles 10 de junio de 1942 en el barrio de ‘el rastro’ en Los Mochis, Sinaloa. El barrio se ubicaba en el oriente de la ciudad donde hoy hacen esquina la avenida Belisario Dominguez, 20 de Noviembre, Miguel Hidalgo e Independencia. Ese sector era la orilla de la naciente ciudad. Más alla no había más que un bosque de pitahaya, hasta donde se perdía el horizonte.
De ascendencia sierreña, su madre doña Antonia Bazua Beltrán era originaria de el pueblo de El Rodeo, Tamazula, Durango mientras que su padre don Antonio Corrales Murillo era del meritito pueblo minero de San José de Gracia, Sinaloa de Leyva.
El año 1919 fue histórico en México. Solo ese año el 10 de abril es asesinado el líder revolucionario Emiliano Zapata, los generales Álvaro Obregón y Pablo González lanzan sus respectivas campañas políticas en busca de la Presidencia de la República mientras la pandemia de la gripa española (Influenza) seguía cobrando cientos de vidas. El Gobernador del Estado de Sinaloa era el Gral. Ramón F. Iturbe y el mundo estaba convulsionado al finalizar la primera guerra mundial.
La secuela del conflicto armado
El conflicto armado había provocado un caos en el precio de los metales. Al bajar la producción de las dos minas de San José de Gracia, la de ‘Jesus Maria’, propiedad de la empresa Anglo Mexican Mining Company y el mineral de San José de Gracia donde laboraban 289 trabajadores, de los cuales, solo dos eran mujeres, la mayoría quedaron desempleados.
Don Marcial Corrales y su esposa, abuelos de Arnoldo, tuvieron que emigrar para poder sobrevivir.
Cargaron una carreta jalada por una bestia, con sus escasas pertenencias, comida, loza, cobijas y subieron a sus hijos recorriendo las esttechas veredas de las montañas de San Jose de Gracia hasta bajar a Guamúchil después de casi un dia y medio de camino, en esa ciudad se establecieron por un tiempo.
La familia Corrales emigró después a Guasave para trabajar en la pizca de algodón pero esta actividad terminaba muy rapido. Alguien les dijo que en Los Mochis había trabajo en la siembra de caña y el procesamiento de la graminea por parte de la empresa United Sugar Company de don Benjamin Francis Jhonston y la hortaliza que producía la Sociedad México Arizona Trading Company.
Don Marcial Corrales con todo y la vieja carreta, emigró con su familia a Los Mochis que en 1921 apenas contaba con dos mil habitantes, era un puñado de casas construidas con leña de pitahaya seca enjarradas con lodo y con techos de terrado.
Antonio, el hijo mayor de don Marcial Corrales y padre de Arnoldo, que apenas contaba con diez años, se enlistó a trabajar en el corte de leña de pitahaya para alimentar las calderas del ingenio azucarero. Hacia dos viajes al dia desde el caserio hasta donde hoy se ubica el ejido Primero de Mayo que era una llanura llena de las cactáceas. El niño llegaba a su hogar al mediodia bañado en sudor luego de las dos agotadoras jornadas.
Doña Antonia Bazua Beltrán, madre de Arnoldo, llego a Los Mochis porque el ingeniero Eugene Tays, funcionario de la compañía azucarera, había ido a El Rodeo, Tamazula, Durango en busca de gente que supiera utilizar la dinamita para construir un camino de acceso al Memorial Hill, o cerro de la Memoria, bautizado así por don Benjamin Francis Johnston. El proyecto era instalar un faro de tres millones de bujías con un alcance de 150 kilometros a la redonda en la cima para guiar la navegación aérea y marítima.
Así fue como llego a Los Mochis el abuelo materno de Arnoldo Corrales, para trabajar en dinamitar la piedra y construir el camino de acceso a la cima.
El abuelo materno de Arnoldo escalaba a zancadas el cerro, acompañando a Johnston y Eugene Tays mientras planeaban la obra de acceso.
Los Bazua Beltrán tambien se asentaron en el barrio de ‘el rastro’. Antonio, el padre de Arnoldo Corrales, que empezó a trabajar desde los diez años cuando aun era un niño, pronto se convirtió en un jovencito, se dedico al sacrificio de ganado en el rastro de la ciudad. Ahí mismo conoció a Toñita Bazua. El barrio de ‘el rastro’ era el barrio mas bravo del Mochis viejo.
Esta crónica es un homenaje a mi compañero locutor y amigo Arnoldo Corrales Bazua. Forma parte del libro ‘Voces de la Radio’ que esta en proceso.
En la siguiente entrega continuaré relatando la vida del único locutor de Latinoamérica que aun sigue activo para gloria y orgullo del STIRTT sección Los Mochis-Guasave-El Fuerte.
Arnoldo Corrales Bazua