Un claro ejemplo a seguir es, Sandra Yelling, que ha pesar de su discapacidad de quedar ciega hace veinte años y que para la mayoría fuera una limitante en su profesión, Yelling demostró que no se necesita ver para hacer lo que hace, cumplir tus sueños y ser galardonada en ello.
Yelling, es madre de cinco hijas, antes de perder la vista era su propia estilista, pero no tenía licencia profesional. La semana pasada recibió su certificado en Texas.
“Me di cuenta de que no necesitaba ojos para hacerlo. Entonces, es algo natural para mí, todo lo que necesito son mis manos”, expresó Yelling.
Tiempo antes de perder la vista, abandonó la escuela de cosmetología y trató de continuar con su vida; hasta que el fallecimiento prematuro de su nieto tuvo un efecto drástico en su salud en el año 2000.
“Entré como un sueño mortal, durante seis semanas sin despertarme nunca. En medio de eso, perdí el nervio óptico, realmente tenía miedo de salir al principio. Me quedé en casa en todo ese tiempo y me di cuenta de que quería hacer algo con mi vida, así que comencé a orar y preguntarle a Dios ‘¿qué puedo hacer, cuál es mi pasión?’”, expresó Yelling.